El labio externo se caracteriza por una porción cutánea (prolabio o filtrum) y una porción semimucosa (bermellón). Las protuberancias que caracterizan al labio son el arco de cupido, las columnas filtrales del prolabio y los tubérculos labiales (el tubérculo medial arriba y los dos ligeros tubérculos que acompañan a la depresión medial abajo). El labio superior es ligeramente más largo que el inferior, y el volumen de ambos disminuye desde la porción medial a la lateral.
Anatomía extraoral del labio.
La mucosa intraoral cercana al fondo de saco gingival tiene dos frenillos, el superior y el inferior (Frenulum Labii Superioris y Frenulum Labii Inferioris). El músculo de la boca es el orbicular de la boca y tiene capacidades similares a las de un esfínter. Los músculos mímicos también se insertan en el labio y se clasifican según su función de elevar o bajar el labio.
Canon estético del labio
El labio femenino ideal se caracteriza por una mucosa bien evertida y presente, turgente pero nunca tensa. El prolabio no debe ser tan largo que reduzca la exposición de los dientes al sonreír ni tan corto que al sonreír los dientes queden excesivamente expuestos o, peor aún, las encías. Las protuberancias (arco de Cupido y filtrum) deben estar bien presentes pero nunca sobrepasar la mucosa (labio de pato).
El labio masculino es más fino que el femenino, menos carnoso y las protuberancias menos marcadas.
La forma y el volumen del labio sufren importantes cambios raciales. En la raza negroide el bermellón y las columnas filtrales están muy definidos y el músculo orbicular está muy representado, determinando un volumen labial imponente. En la raza indochina e igualmente en las nórdicas el labio tiende a ser fino y el bermellón poco evidente.
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